Situado en el extremo oeste de la Ciutadella de Menorca, el Castell St. Nicolau se erige sobre un rompiente de la costa, a cierta distancia del paseo marítimo que bordea la ciudad. El proyecto de ordenación busca dar continuidad al Camí Baix con el paseo marítimo y articular esta unión con el fragmento de paisaje costero y el castillo, desvinculado por aquel entonces del resto del trazado urbano. La arquitecta establece dos niveles de desarrollo: un nivel superior que expande el paseo marítimo en su confluencia con el camino bajo y un nivel inferior resuelto con diversas bandejas de hormigón que se despliegan en abanico y colonizan parte de la cresta del acantilado. Ambos niveles son separados por unos muretes de contención que se extienden como espolones por encima de la rasante, generando repisas, asientos o barandillas según va variando el desnivel.
El trazado de espolones es de gran atractivo formal; en puntos estratégicos se «rompen» para dar lugar a las diversas rampas que vinculan las plataformas con el paseo. Una serie de gradas concilian los distintos niveles de las plataformas inferiores, que constituyen sugerentes miradores y espacios para el ocio. No existe tránsito entre terreno natural y urbanizado: en un momento dado, las plataformas se interrumpen, dejando un escalón que las separa del escarpe pedregoso. Sí se habilita una escalera pétrea que permite visitar las ruinas en torno al castillo. Como contrapunto, una larga pasarela de madera atraviesa la intervención, creando el paso que enlaza la entrada al castillo con el paseo marítimo. Diseminadas en la intervención pueden encontrarse diversas piezas de mobiliario urbano, elementos vegetales puntuales y algunos hitos conmemorativos y vestigios de la antigua función defensiva de la fortaleza.