La Lonja de Mercaderes se construyó en 1541 por Juan de Sariñeña, debido a que los comerciantes vieron la necesidad de construir un edificio específico para efectuar las transacciones y evitar así la comercialización en recintos eclesiásticos.
Es el primer edificio renacentista levantado en la ciudad. Su exterior es típicamente aragonés con referencia a los palacios florentinos del siglo XV; pero su interior sigue las pautas de lonjas levantinas (Tortosa, Mallorca, Valencia…) con tres naves de igual altura, cubiertas por bóvedas de crucería estrellada que se apean sobre columnas jónicas; con decoraciones realizadas por Gil Morlanes y el cantero de Barbastro Juan de Segura.
Entre 1987-1990, la entonces arquitecta municipal, Úrsula Heredia Lagunas, realizó la restauración de dicha Lonja. Se restauró la cubierta, la fachada y los pavimentos mediante la construcción de un forjado sanitario que permitía la colocación de un suelo radiante. Gracias a dicha restauración se descubrió: la existencia original de 12 puertas al observar en fachada elementos tapiados idénticos a las puertas existentes y el pavimento reproducía fielmente la estructura de las bóvedas superiores. Finalmente se procedió a la eliminación de una antigua comunicación subterránea existente con el nuevo Ayuntamiento y el resto de comunicaciones con los edificios colindantes.